Toda casa es un candelabro III de Cristina Inogés Sanz

Publicado por
Toda casa es un candelabro III de Cristina Inogés Sanz

Exhortación Amoris Laetitia del Papa Francisco

Toda casa es un candelabro (y III)

Comentario de Cristina Inogés Sanz

 

En todo caso no va a ser fácil CAMINAR juntos buscando soluciones. Creo que laicos y clero, en este tema concreto, tenemos percepciones muy diferentes respecto a las soluciones de los problemas de la ‘fragilidad’. Intentar equilibrar y aproximar puntos como los siguientes que cito, no va a ser nada fácil. Pero ese es el reto y nuestra obligación como pastores y laicos de responder a esa CONVOCATORIA que lanza el Papa Francisco en esta Exhortación para CAMINAR juntos.  

-       El camino de la Iglesia es el de no condenar a nadie para siempre y difundir la misericordia de Dios a todas las personas que la piden con corazón sincero [...] Porque la caridad verdadera siempre es inmerecida, incondicional y gratuita»]. Entonces, «hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición» [296].

-       Obviamente, si alguien ostenta un pecado objetivo como si fuese parte del ideal cristiano, o quiere imponer algo diferente a lo que enseña la Iglesia, no puede pretender dar catequesis o predicar, y en ese sentido hay algo que lo separa de la comunidad (cf. Mt 18,17). Necesita volver a escuchar el anuncio del Evangelio y la invitación a la conversión. Pero aun para él puede haber alguna manera de participar en la vida de la comunidad, sea en tareas sociales, en reuniones de oración o de la manera que sugiera su propia iniciativa, junto con el discernimiento del pastor [297].

-       Son bautizados, son hermanos y hermanas, el Espíritu Santo derrama en ellos dones y carismas para el bien de todos. Su participación puede expresarse en diferentes servicios eclesiales: es necesario, por ello, discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden ser superadas. Ellos no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia, sintiéndola como una madre que les acoge siempre, los cuida con afecto y los anima en el camino de la vida y del Evangelio [299].

-       Sólo cabe un nuevo aliento a un responsable discernimiento personal y pastoral de los casos particulares, que debería reconocer que, puesto que «el grado de responsabilidad no es igual en todos los casos», las consecuencias o efectos de una norma no necesariamente deben ser siempre las mismas [300].

Respecto a la famosa nota 351 llama la atención que ponga esa cita en nota a pie de página y no lo integre en el texto en el que quedaría perfectamente visible, y, posiblemente, no daría lugar a tantas interpretaciones ya que se leería seguido a la situación objetiva de pecado y que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno [305]. Es decir, las palabras objetivo y subjetivo estarían más próximas. ¿Estrategia pontificia o pedagogía papal para mostrar que el texto también está a pie de página?

Pero repito que va a ser un reto y más, cuando anteriormente se ha hablado de inculturación [3] e indudablemente aparecerán comparaciones.

Para mí hay un punto en el que la Exhortación no ha cumplido con las expectativas. Deseamos ante todo reiterar que toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto, procurando evitar «todo signo de discriminación injusta», y particularmente cualquier forma de agresión y violencia [250]. En el curso del debate sobre la dignidad y la misión de la familia, los Padres sinodales han hecho notar que los proyectos de equiparación de las uniones entre personas homosexuales con el matrimonio, «no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia [251]. Por supuesto que el respeto, el trato justo, la acogida, y la condena de la violencia son elementos indiscutibles. Puedo llegar a entender que no se equipare al matrimonio la unión de personas del mismo sexo, sin embargo no puedo dejar de pensar ¡qué lejos queda aquella famosa frase pronunciada por el Papa Francisco a su regreso de la JMJ de Río de Janeiro:  Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?

Ya no se advierte con claridad que sólo la unión exclusiva e indisoluble entre un varón y una mujer cumple una función social plena, por ser un compromiso estable y por hacer posible la fecundidad. Debemos reconocer la gran variedad de situaciones familiares que pueden brindar cierta estabilidad, pero las uniones de hecho o entre personas del mismo sexo, por ejemplo, no pueden equipararse sin más al matrimonio. Ninguna unión precaria o cerrada a la comunicación de la vida nos asegura el futuro de la sociedad [52].

Es la última frase la que me chirría Ninguna unión precaria o cerrada a la comunicación de la vida nos asegura el futuro de la sociedad. No entiendo que se pueda escribir esta frase si en el nº 36 se dice: Por otra parte, con frecuencia presentamos el matrimonio de tal manera que su fin unitivo, el llamado a crecer en el amor y el ideal de ayuda mutua, quedó opacado por un acento casi excluyente en el deber de la procreación. Es decir, si el matrimonio es crecer en el amor y el ideal de ayuda mutua. ¿Acaso no puede suceder eso mismo en una pareja del mismo sexo? Esto es campo común a toda relación sea heterosexual u homosexual.

Ya que se ha hecho tal alarde de lenguaje diferente, que suena a nuevo, a fresco, al menos haber dicho las cosas de manera diferente. Como mínimo. Que no sonara a lo de siempre.

Sinceramente creo que nos falta acercarnos a los homosexuales sin esa especie de condescendencia propia de quien intenta disimular sentirse superior o mejor. Y con esta Exhortación sería muy fácil hacerlo. Sería cuestión de seguir el tono de la misma, caso a caso. Si todas las familias, si todos los matrimonios, si todos los divorcios no son iguales, si cada caso es diferente ¿por qué no aplicar esa misma casuística a las parejas homosexuales? No todas son iguales, no todas tienen la misma historia, no todas son producto de una misma realidad. Pero la mayoría de las parejas que abiertamente se confiesan homosexuales y cristianas, sí sufren lo mismo.

La Iglesia es familia de familias, constantemente enriquecida por la vida de todas las iglesias domésticas [87], ¿acaso una pareja del mismo sexo con sus altibajos, como cualquier pareja, no tiene cabida en esa familia de familias? Deseo que los homosexuales no se sientan los nuevos excomulgados. Aclaro: digo ‘se sientan’, no que sean. Y espero que, CAMINANDO juntos, seamos capaces de ver que Jesús de Nazaret no excluyó a nadie.

Estamos ante una Exhortación que no impone sino que propone, que alienta una colegialidad que va más allá de la propia entre los obispos y de éstos con el Papa, que termina con el ‘café con leche para todos’, que más que abrir puertas sugiere caminos, y que lanza retos complicados y asumibles en la misma medida.

Ahora solo falta ponerse manos a la obra.

Y un consejo, si pueden leer el discurso de presentación del Cardenal Christoph Schönborn, háganlo como introducción a la lectura de la Exhortación. Merece la pena.

<<<Anterior