En este nuevo tiempo litúrgico, hacemos eco a la invitación del Papa Francisco en su mensaje para la Cuaresma 2021: «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén...» (Mt 20,18). La cuaresma es un tiempo para renovar la fe, la esperanza y la caridad. “Cuando Jesús anuncia a sus discípulos su pasión, muerte y resurrección, para cumplir con la voluntad del Padre, les revela el sentido profundo de su misión y los exhorta a asociarse a ella, para la salvación del mundo”. Invitación para cada uno de nosotros. Bajo el título Servidores del Reino, os proponemos iniciar este camino cuaresmal, desde el horizonte del anuncio del Reino, contemplando a Aquel que sana las heridas, que nos ama y no nos deja solos. En Jesucristo, “somos testigos del tiempo nuevo, en el que Dios ‘hace nuevas todas las cosas’ (Cf. Ap 21,1-6).
En su mensaje el Pontífice subraya que en el contexto actual de preocupación en el que vivimos y en el que todo parece frágil e incierto, hablar de esperanza podría parecer una provocación. El tiempo de cuaresma está hecho para esperar: “Esperar con Él, gracias a Él quiere decir creer que la historia no termina con nuestros errores, nuestras violencias e injusticias, ni con el pecado que crucifica el Amor. Significa saciarnos del perdón del Padre en su corazón abierto”. Es un tiempo “para volver a dirigir la mirada a la paciencia de Dios, que sigue cuidando de su Creación, mientras a menudo nosotros la maltratamos. Es esperanza en la reconciliación, a la que san Pablo nos exhorta con pasión: ‘Os pedimos que os reconciliéis con Dios’” (2 Co 5, 20).
Como servidores del Reino, “al recibir el perdón, en el Sacramento que está en el corazón de nuestro proceso de conversión, también nosotros nos convertimos en difusores del perdón”. A lo que Francisco agrega: “al haberlo acogido nosotros, podemos ofrecerlo, siendo capaces de vivir un diálogo atento y adoptando un comportamiento que conforte a quien se encuentra herido. El perdón de Dios, también mediante nuestras palabras y gestos, permite vivir una Pascua de fraternidad”.
En este tiempo de conversión se nos invita a renovar nuestra fe, a saciar nuestra sed con el “agua viva” de la esperanza y a recibir con el corazón abierto el amor de Dios que nos convierte en hermanos y hermanas en Cristo. El Papa nos recuerda que en la noche de Pascua renovaremos las promesas de nuestro Bautismo, para renacer como hombres y mujeres nuevos, gracias a la obra del Espíritu Santo. Destaca que el itinerario de la Cuaresma, al igual que todo el camino cristiano, ya está bajo la luz de la Resurrección, que anima los sentimientos, las actitudes y las decisiones de quien desea seguir a Cristo”. Como Servidores del Reino esta invitación nos convoca a orientar nuestra mirada y nuestro corazón hacia el dinamismo del don del Amor y a disponernos a dejarnos hacer, renovar, para renacer a lo nuevo bajo la luz de la Resurrección.
Este camino de conversión se expresa en tres gestos concretos: el ayuno, la oración y la limosna, tal como los presenta Jesús en su predicación (cf. Mt 6,1-18). La vía de la pobreza y de la privación (el ayuno) nos lleva a descubrir de nuevo el don de Dios, liberarnos de lo que nos estorba, confiar en Él y recibirle en nuestra vida. La caridad, destaca el Papa, se alegra de ver que el otro crece. Por este motivo, sufre cuando el otro está angustiado: solo, enfermo, sin hogar, despreciado, en situación de necesidad. Es el impulso del corazón que nos hace salir de nosotros mismos y suscita el vínculo de cooperación y de la comunión. Nos conduce a la mirada y los gestos de amor hacia el hombre herido (la limosna). Y, el diálogo filial con el Padre, en el recogimiento y el silencio de la oración, nos da la esperanza como inspiración y luz interior, que ilumina los desafíos y las decisiones de nuestra misión. Resulta así fundamental, vital, encontrarnos en la intimidad con el Padre de la ternura.
Desde las librerías ARS os seguiremos acompañando, durante este tiempo, desde la nueva temática ARS "Servidores del Reino" a través de nuevas propuestas y sugerencias de lectura.